De Pedro de Valdivia a Iker Casillas: La sádica muerte del conquistador


ALBERTO BUITRE – Hacia finales de 1553 y principios de 1554, una legión de indígenas Mapuche liderados por Lautaro, asaltaron el fuerte de Tucapel, en la actual comuna de Cañete, región del Bío Bío, uno de los cuarteles militares más poderosos del conquistador español Pedro de Valdivia. Tras una breve resistencia de los ibéricos, las huestes Mapuche volvieron desde los bosques y, en táctica guerrillera, tumbaron con lazos a los jinetes y con un mazo les hacían explotar la cabeza.

Las crónicas relatan que Valdivia –arrogante y ignorante de la fiereza de los araucanos-, soltó la retirada: “¿Caballeros, qué haremos?”, gimió el español, hasta que en la huida fue alcanzado por Lautaro. Lo que siguió después no resulta claro, pues las crónicas coloniales son diversas. Sin embargo, la leyenda más socorrida colocan el cuerpo vencido del conquistador sobre las manos de Lautaro, quien, luego de tres días de torturas inenarrables y aún vivo, le abrió el pecho y le sacó el corazón para comerlo palpitante con sus aliados.

El cráneo de Pedro de Valdivia, sería utilizado para beber chicha y celebrar los avances posteriores de la resistencia Mapuche en la Guerra de Arauco que duró tres siglos. Y fueron ellos, los Mapuche, la “gente de la tierra”, a los únicos pueblos indígenas que los españoles no lograron conquistar en todo el territorio Americano.

Apenas unos quinientos años después, sobre el césped del estadio Maracaná, de Brasil, de nuevo la historia venció a España en manos de su némesis colonial, Chile. Así tenía que ser. La tierra de América humilla a los españoles quienes vuelven a su crítico país cuando el sol se esconde sobre el mediterráneo. Aquí no. Y quizá nunca más se vuelva a ver otro triunfo de la corona. Peor para ellos que vuelven a un territorio colapsado por una profunda crisis económica y social. Con el 60% de sus jóvenes desempleados y una deuda pública que supera 990 millones de Euros, prácticamente el 96 % de su Producto Interno Bruto, según datos del Banco de España.

Y por si fuera poco, en medio de una segunda transición que ha puesto la cabeza de Juan Carlos de Borbón en la mesa de la abdicación, con una mayoría de ciudadanos que exigen un referéndum para aniquilar la monarquía en el país. El ‘desastre de Tucapel’ en las narices de Mariano Rajoy.

Lautaro
Lautaro

No antes, apenas hace una semana, el Gobierno de Michelle Bachelet rechazó que la española ENDESA construyera una súper represa hidroeléctrica en zonas vírgenes de la Patagonia. Los habitantes de la región de Aysén pelearon por tres años la abdicación del proyecto y finalmente, el monopolio español huyó con la misma cabeza gacha con la cual Iker Casillas despidió la participación de la selección española de Brasil 2014, curiosamente, en tierras idiomáticas de quien predijo su debacle, el portugués José Mourinho.

De modo que, con la debacle de Juan Carlos de Borbón y de posiblemente toda la quintacentenaria monarquía española, caen también seis años de una selección de España que dominó el fútbol internacional. Y caen sus héroes, Pedro de Valdivia e Iker Casillas, cuyo corazón fue carcomido por sus presuntos conquistados a causa de su ignorancia y su aún más extendida arrogancia. La que subestimó a Lautaro, y la de quien hizo explotar durante años el vestidor del Real Madrid, habiendo provocado por sus gustos los exilios de históricos como Raúl González, Fernando Morientes o Fernando Hierro. Y si Valdivia contaba con la anuencia de Carlos V, Casillas tuvo en Vicente del Bosque a su emperador en jefe, el trono tras el poder del conquistador, quien ha protegido desde su banquillo las decisiones a gusto del hoy vencido, caído a manos de Vargas y Aránguiz, en el principio de su triste, trágica y sádica muerte futbolística. La historia no perdona.